Lectura: Colosenses 1:1-12
En 1947, Nadia, de Bulgaria, y Millicent, de los Estados Unidos, se hicieron amigas por correspondencia. Durante años intercambiaron fotografías, experiencias escolares y sueños. Después, sus cartas se detuvieron cuando la política del gobierno prohibió el contacto personal con occidente.
Después de muchos años de agitación y cambios políticos, a Millicent se le antojó enviar una carta a la última dirección que tenía de Nadia. Para deleite de ambas, la carta llegó. En poco tiempo, descubrieron que ambas se habían casado con médicos y que ambas coleccionaban conchas de mar.
Cuarenta y ocho años después de su primera carta, las dos amigas finalmente se encontraron en el Aeropuerto Internacional de Miami, donde Millicent exclamó: "¡Nadia, te habría reconocido en cualquier parte!"
Las cartas del apóstol rebosan afecto y gratitud hacia sus amigos. En su carta a los colosenses escribió: "Damos gracias a Dios, el Padre de nuestro Señor Jesucristo, orando siempre por vosotros" (1:3). Sus cartas también les daban ánimo en su caminar con Cristo (v.10).
Cualquier amistad puede ser un regalo de Dios. Pero no hay nada más profundo que las relaciones de aquellos que comparten un vínculo con Cristo. De hecho, Jesús les mandó a Sus discípulos: "Que os améis los unos a los otros, así como Yo os he amado" (Juan 15:12). En Él, las amistades son tesoros que durarán para siempre. __ MRD
Después de muchos años de agitación y cambios políticos, a Millicent se le antojó enviar una carta a la última dirección que tenía de Nadia. Para deleite de ambas, la carta llegó. En poco tiempo, descubrieron que ambas se habían casado con médicos y que ambas coleccionaban conchas de mar.
Cuarenta y ocho años después de su primera carta, las dos amigas finalmente se encontraron en el Aeropuerto Internacional de Miami, donde Millicent exclamó: "¡Nadia, te habría reconocido en cualquier parte!"
Las cartas del apóstol rebosan afecto y gratitud hacia sus amigos. En su carta a los colosenses escribió: "Damos gracias a Dios, el Padre de nuestro Señor Jesucristo, orando siempre por vosotros" (1:3). Sus cartas también les daban ánimo en su caminar con Cristo (v.10).
Cualquier amistad puede ser un regalo de Dios. Pero no hay nada más profundo que las relaciones de aquellos que comparten un vínculo con Cristo. De hecho, Jesús les mandó a Sus discípulos: "Que os améis los unos a los otros, así como Yo os he amado" (Juan 15:12). En Él, las amistades son tesoros que durarán para siempre. __ MRD
Un verdadero amigo es un regalo de Dios.
Creditos:
http://nuestropandiario.blogspot.com/
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